viernes, 19 de octubre de 2012

LÁGRIMAS...

He sido siempre una mujer llorona, lo cual, ciertamente no me molesta. Como se que soy una mujer fuerte y valiente, llorar me humaniza. Me devuelve a mi propia sensibilidad y fragilidad. Lloro porque siento, y sintiendo sé que estoy viva.

Anoche lloré mucho, hoy todavía no puedo controlarlo. Hacía mucho que no lloraba. Llorar de verdad. Quiero decir, llorar desconsoladamente. Y he llorado por lo que sin duda me ha hecho llorar más en la vida: La Rabia. Aunque he llorado mucho me cuesta imaginar mejor vida de la que he tenido. Soy una mujer bastante feliz, bastante optimista, bastante positiva. La vida me ha tratado bien y yo le correspondo, eso sí con mucho respeto a los que no han tenido la suerte que he tenido yo y han tenido vidas que duelen de sólo nombrarlas.

Cuando lloro siempre me acuerdo de mis grandes paños de lágrimas. Mi madre, a quien yo de adolescente decía: "ven y abrázame que quiero llorar"...cogía el paquete de kleenex y podía pasar una hora llorando. Todavía lo recuerdo y sonrío. Qué valiente y serena es mi madre que simplemente me abrazaba y después de explorar un poco aceptaba que no pasaba nada especial, sólo necesitaba llorar y que me abrazaran.

Después vino P. otro valiente!...En ese tiempo universitario, muchos más claros mis motivos para el llanto, P. fue un compañero valioso que me hizo aprender mucho de mi misma y me animó a seguir siendo valiente. Mis sesiones de llanto con él siempre, siempre, terminaban en sonrisas y abrazos. Supongo que por eso, aunque nuestras vidas se han cruzado poco desde entonces, nuestra relación es especial.  Creo que aunque ninguno de los dos habla ya de ello, fue intenso lo que nos unió aunque cada uno estaba viviendo una historia personal distinta.

La etapa española ciertamente ha tenido más focalizados los llantos y de todo hemos tenido. Hace unos años, mi buen amor, un día de la nada, me dijo al escuchar esta canción. Eso me lo enseñaste tu, que se podía llorar de alegría y es verdad, juntos hemos llorado mucho, por muchas cosas, entre ellas de alegría, por buenos motivos y por otros claro está que no lo fueron tanto. Intensos somos, sí señor.

Pero, lo más duro es siempre la rabia. Llorar de indignación, de frustración, de impotencia. Quizás estoy muy cansada y es verdad, cansada soy más sensible, pero hay cosas que no entiendo (y que tengo claro no quiero entender, porque no son validas!!!). Y sentirlas, verlas llegar como una obligación arbitraria, como un discurso sin fundamento, como un monólogo atemporal ajeno a la realidad humana en la que nos estamos moviendo, me duele, me duele mucho. Y lloro sí porque siento y estos días parece que no tiene fin y que, cómo no, cualquiera que se nos acerque tiene que aprender a nadar.

         Y lo que nos queda...


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