viernes, 26 de octubre de 2012

DEBERES Y DERECHOS...

Desde que soy madre, el significado de la palabra deberes ha cambiado la priorización de sus acepciones. Desde que soy madre ya no pienso en la primera, vamos, la de toda la vida, sino que pienso en la tercera.

Desde que mi hija va a la escuela escucho a muchas madres quejarse de "los deberes" de sus hijos, a veces, porque empiezan demasiado pronto, a veces por que no empiezan, a veces porque son muchos y otras porque son pocos. Hay para todos los gustos.

Desde que soy madre y hablo mucho de todo lo que la maternidad (y la paternidad claro!) trae a tu vida, he leido y compartido más sobre educación, de lo que lo hice antes, o al menos desde otra cara. No desde esas múltiples teorías que estudiábamos años ha en Psicología Escolar sino de lo que realmente aprendemos y cómo lo aprendemos.

Cuando H., mi hija, terminó el segundo curso de educación primaria experimentó dos procesos emocionales negativos que tiñeron buena parte de los primeros días de vacaciones. Sí, incluso de las maravillosas y anheladas vacaciones!. 

Uno de ellos fue el duelo. Dejaba atrás, sin el compartir de todos los días, a sus compañeros de clase -a los que adora- y; además, dos niñas de su clase se iban del cole y ya sabía que no las vería el siguiente curso. 

El otro, el miedo a pasar a tercero. Miedo entendido como en el diccionario: estado de alerta que nos protege, o de angustia que nos sobrecoge, ante la presencia de algo que estimamos nos dañará. Ese señor desagradable ha estado acompañando a mi niña todo el verano y cada vez que se acordaba de ello me decía. "Mamá, yo no quiero pasar a 3º...ponen muchos deberes y no voy a poder". 

Dicen que el miedo surge por la presencia de un peligro, sea real o imaginario. En ese sentido, yo entendía que su miedo se basaba, en su desbordada imaginación.  Ésta era alimentada por toda clase de leyendas escolares construidas por los del  4º curso. Ellos promocionaban así su honor y valentía por haberlos superado. 

Pero, me equivoqué.

Llevamos algo menos de dos meses de clases y no puedo menos que reconocer que lo miedos de mi hija eran plenamente fundados. El peligro es real.

Hoy es viernes. Mi mayor placer de esta tarde lluviosa es ver a mi hija jugar, descansar, estar relajada. Es la primera vez que puede hacerlo esta semana. Pero esta es una sensación que arrastro desde hace varias.

Los deberes de mi hija se han comido su tiempo libre; bueno que digo "su tiempo", se han comido nuestro tiempo libre. 

Trabajamos cada una a su manera, cubrimos necesidades básicas-básicas (comemos, dormimos, nos aseamos,...) y de resto, hacemos deberes. Eso salpicado dos veces a la semana por las dos horas que juega al baloncesto y la vida le dan!!!. Alguna que otra hora más que bien la valían los amigos que nos visitaron y aquellos con los que nos encontramos. Gracias chicas!. pero...nada más!!!!

Hace semanas que arrastro la sensación de que es imposible acabar un día jugando, leyendo un libro, viendo una peli, montando un campamento de indios o jugando a las muñecas...existen unos monstruos en forma de fichas de Lengua, Mates, Cono, Inglés que nos roban la vida a las dos...y nos vamos a la cama pensando en ellos y nos levantamos pensando en ellos (porque no los terminamos)...

Y digo yo, además de deberes, ¿no habrá derechos?...

...el derecho a aprender de forma menos traumática.
...el derecho a descansar y a perder el tiempo.
...algo tan simple (y tan mágico) como el derecho a jugar. Y tan sanador.
...el derecho a disfrutar de la escuela y de un proceso educativo que le haga sentir el placer de descubrir y aprender.
...el derecho a compartir un tiempo en el que yo sea madre y no maestra de contenidos formales.
...el derecho a estar con sus amigos haciendo el tonto (o el listo)
...el derecho a disfrutar del entorno: de los parques, las plazas, las piscinas, las canchas de juego, las bicis, los patines, los árboles, los juguetes.
...el derecho de tener tiempo para distraerse, para soñar, para imaginar, para crear.
...el derecho a no conocer el estrés, la tensión, el miedo, el agobio... con tan sólo ocho años.

Creo firmemente en el esfuerzo, en el aprendizaje y en el logro pero además creo en la vida, y estas semanas tengo la terrible sensación de que a mi hija y a mí se nos va la vida haciendo deberes. Y no quiero.



lunes, 22 de octubre de 2012

MÁS LÁGRIMAS...

Los padres de J. y yo nos conocimos hace muchos años. En ese entonces, estábamos tratando de aprender otro idioma. Uno, que alimentara nuestros sueños y ocupara nuestro tiempo. Desde el principio fuimos muy afines, y la vida nos ha dado. Somos aquí, la familia que no tenemos cerca.

Al tiempo de conocernos, me preguntaron si sabía cómo se iniciaban los trámites para ser padres por adopción. Por distintos motivos, la vida llamaba ya a la procreación y visto el margen de maniobra que teníamos, estábamos decididos a seguir adelante por una de las vías posibles. Yo, para entonces, ya había estado pensándolo e investigando lo suficiente como para contarles por dónde empezar.

Ellos iniciaron el camino con más urgencias, y esperaban a su hija mucho antes que yo a la mía. Quiso el azar que mi hija, llegada de África, fuera más puntual en el cumplimiento de las previsiones y, por lo tanto, que pudiéramos disfrutarla antes. 

Cuando J, su hija; llegó a nuestras vidas H. ya llevaba algún tiempo disfrutando de los privilegios de ser "la única". Cuando llegó J. todos la celebramos pero, en paralelo, H. descubrió por primera vez los celos.

La quería pero no quería compartir a ninguno de sus afectos con ella. Yo por entonces ostentaba ya el rol de madrina o co-madre de J. así que, a sus ojos, parecía mucho más riesgoso el asunto del compartir.  H. sentía que si alguien le prestaba atención a J., era porque ya no la quería a ella. Y, en general, tuvo que aprender a vivir con el peso de no ser la única luz de todo nuestro cielo

A lo largo de estos cuatro años de mucho compartir, mucho celebrar, y mucho amar. H. y yo hemos trabajado muchas, que digo muchas, infinitas veces, lo que siente. Es algo que le sucede con cierta frecuencia y que no sólo le pasa con J. En general, piensa, que al compartir, pierde. Yo,  trato de ayudarla a sentir, que más bien se gana.

A lo largo del tiempo la he visto ir educándose. Sí, ella, a sí misma, porque es muy sabia. Y la he visto construir afecto y complicidad con ella misma y sus emociones. También con lo que siente hacia J.  He visto transformarse su mirada, su interacción, sus sentimientos.

Hace un par de noches J. se quedó por primera vez a dormir con nosotras por motivos puramente lúdicos. Esta vez no había complicaciones, sólo se debía al placer de celebrar estar juntas. Fue una noche deliciosa, llena de dulzura y complicidad. El día siguiente, con sus rutinas y premios, fue aún mejor. Para terminar nuestra tarde de domingo, nos fuimos al teatro las cuatro: madres e hijas.

Al volver a casa, donde ahora se notaba la ausencia de J. Mi hija no sabía qué hacer, estaba desnuda emocionalmente. Pasados unos minutos, me dijo. "Mamá extraño a J....no sé por qué pero tengo el corazón llorando como cuando se fueron mis abuelos". Y yo sonreí pensando en la gran conquista que esta sentida expresión supone en el aprendizaje emocional de mi hija.

Luego añadió.

"Mamá, cuando tu te vas me llora el corazón y también me lloran los ojos".

Y entonces, "lloré" otra vez. Esta vez de alegría.


viernes, 19 de octubre de 2012

LÁGRIMAS...

He sido siempre una mujer llorona, lo cual, ciertamente no me molesta. Como se que soy una mujer fuerte y valiente, llorar me humaniza. Me devuelve a mi propia sensibilidad y fragilidad. Lloro porque siento, y sintiendo sé que estoy viva.

Anoche lloré mucho, hoy todavía no puedo controlarlo. Hacía mucho que no lloraba. Llorar de verdad. Quiero decir, llorar desconsoladamente. Y he llorado por lo que sin duda me ha hecho llorar más en la vida: La Rabia. Aunque he llorado mucho me cuesta imaginar mejor vida de la que he tenido. Soy una mujer bastante feliz, bastante optimista, bastante positiva. La vida me ha tratado bien y yo le correspondo, eso sí con mucho respeto a los que no han tenido la suerte que he tenido yo y han tenido vidas que duelen de sólo nombrarlas.

Cuando lloro siempre me acuerdo de mis grandes paños de lágrimas. Mi madre, a quien yo de adolescente decía: "ven y abrázame que quiero llorar"...cogía el paquete de kleenex y podía pasar una hora llorando. Todavía lo recuerdo y sonrío. Qué valiente y serena es mi madre que simplemente me abrazaba y después de explorar un poco aceptaba que no pasaba nada especial, sólo necesitaba llorar y que me abrazaran.

Después vino P. otro valiente!...En ese tiempo universitario, muchos más claros mis motivos para el llanto, P. fue un compañero valioso que me hizo aprender mucho de mi misma y me animó a seguir siendo valiente. Mis sesiones de llanto con él siempre, siempre, terminaban en sonrisas y abrazos. Supongo que por eso, aunque nuestras vidas se han cruzado poco desde entonces, nuestra relación es especial.  Creo que aunque ninguno de los dos habla ya de ello, fue intenso lo que nos unió aunque cada uno estaba viviendo una historia personal distinta.

La etapa española ciertamente ha tenido más focalizados los llantos y de todo hemos tenido. Hace unos años, mi buen amor, un día de la nada, me dijo al escuchar esta canción. Eso me lo enseñaste tu, que se podía llorar de alegría y es verdad, juntos hemos llorado mucho, por muchas cosas, entre ellas de alegría, por buenos motivos y por otros claro está que no lo fueron tanto. Intensos somos, sí señor.

Pero, lo más duro es siempre la rabia. Llorar de indignación, de frustración, de impotencia. Quizás estoy muy cansada y es verdad, cansada soy más sensible, pero hay cosas que no entiendo (y que tengo claro no quiero entender, porque no son validas!!!). Y sentirlas, verlas llegar como una obligación arbitraria, como un discurso sin fundamento, como un monólogo atemporal ajeno a la realidad humana en la que nos estamos moviendo, me duele, me duele mucho. Y lloro sí porque siento y estos días parece que no tiene fin y que, cómo no, cualquiera que se nos acerque tiene que aprender a nadar.

         Y lo que nos queda...


lunes, 15 de octubre de 2012

DETRAS DE LA FIESTA...

Ayer, como perfecta propuesta para una tarde fría de otoño, fuimos a merendar a casa de una amiga. Ella vive sola, y habíamos quedado también con otra pareja de amigos, que recién espera a su primer hijo.

Por avatares de la vida, la mayor parte de mi círculo social cercano, no tiene hijos y, a mi niña, los primos le quedan también bastante lejos. Por suerte, entre el cole, el patio de mi casa -que es particular-, el baloncesto y los scouts que pronto iniciará, creo que la dosis de pares la tiene cubierta. En este puente, que ha sido largo, H. ha estado más de la mitad del tiempo de ocio rodeada de niños y disfrutando. Y yo con ella, en la distancia, pero celebrando su felicidad.

En la merienda de ayer, yo esperaba encontrarme con mis amigos y charlar con ellos tras muchas semanas sin compartir. Semanas cargadas además de algunas novedades que necesitaban comentarse. Como temí que se aburriera acordamos que llevaría algo para jugar ella, "consigo misma", que a veces toca.


En los últimos tiempos la verdad es que está espléndida, la veo crecer y madurar y siento que se me hace mayor, con cierta nostalgia y con mucho orgullo. Pienso  en el camino de valientes que ambas hemos transitado para llegar aquí . Pienso en el camino de héroes que nos queda por recorrer en los años venideros. Cierto es, que puestas en nuestras manos, las dificultades que vienen, nos pertenecen a ambas. Las pasadas eran producto de una suerte de azares (malos y buenos) y de injusticias varias, todas ellas malas. Y a pesar de ello, hemos sobrevivido.

Últimamente me rio y emociono mucho con sus historias. Logra algo que todo ser que ama cree imposible; amar, aún más, al día siguiente.

Llegamos y comenzamos juntos a merendar y charlar y como siempre la cuentacuentos (léase ella) comenzó a cautivarnos con sus aventuras, logros y reflexiones. La verdad es que es una fiesta estar con ella. El mundo de los niños hace más ligero nuestro propio mundo. Hasta yo, que ya me sé la mitad de las historias, batallitas y aventuras, me he reído y emocionado con todo. Cuatro a su alrededor bajo el hechizo de su mirada, de su sonrisa y de su inocencia. Pensaba ayer mirándola, que tiene un don, el de regalar felicidad...

Pasado un rato largo, los adultos comenzamos a necesitar narrarnos y es allí donde empiezan las dificultades. Esas que yo no se manejar en solitario. 

Ante cada pregunta o comentario no dirigido a ella, una interrupción brusca, fuera de lugar. Ante dos o tres minutos de charla que no la incluyera, una demanda de atención directa; por las buenas (haciendo un comentario a cuento gracioso) por las malas (me pongo la tartera en la cabeza porque parece un gorro). Comienza la tensión (la mia y la de ella)...

Cuanta dificultad para no ser el centro de atención, para aceptar que ahora le toca el turno a los otros, para entender que ahora toca escuchar, o salir a jugar solita, o ponerse a pintar o a explorar. No, ella no puede. Si algo ha de pasar, comienza y termina en ella. Y entonces, su magia, se me desdibuja. Y la fiesta se estropea.

D., que con los años me ha enseñado que es un sabio en asuntos de niños, la animó para ir a buscar a la perra e ir a pasear un rato los dos solos. Entonces, sólo entonces, nosotras pudimos conversar serenamente, de viajes, de planes, de personas, de sueños...A nosotras nos dió tregua y ella volvió feliz. Bravo por todos!. Pero cuando D. no está, cuando nadie puede hacerla el centro de su mundo, H., el eje de mi mundo, sufre. Y yo con ella, por ella. Siento, que, queriendo o no, me sabotea la escasa vida que tengo. O es conmigo, o no es, así de simple.

Y ahora, cuando todas son compañías afectuosas, compañías que como yo aman su presencia en nuestra vida, entonces el mal es menor pero después...

Yo, que veo el mal mayor, lo que observo es su dificultad para entender que la riqueza del estar con otros, es el compartir a dos o más bandas, pero recibiendo y dando....Que el valor de sus historias y aventuras, sólo existe en la medida en que otros también tienen aventuras y pueden narrarlas. Que se aprende mucho viviendo pero tanto como viendo vivir...Que hay que mirar con todo, oir con todo ...pero no sólo nuestras propias historias.


Mis amigos apenas se dan cuenta de eso porque anhelan su presencia y conmigo comparten en algunos otros espacios pero yo, que observo esa dificultad, estoy preocupada. Me encantaría, pero no se explicarlo bien, que el público, nuestro público, me ayudara a enseñarle que los otros son tan importantes como ella. Cuando sólo estamos ella y yo, es más fácil pero no sé, definitivamente no sé, cómo enseñarlo a partir del trío.

Mis amigos lo saben, los trios no me convencen, siempre lo he dicho. El riesgo de exclusión es muy alto....y no queremos más billetes en esa lotería.

viernes, 12 de octubre de 2012

CELEBRACIONES...

Pienso; como siempre en un día festivo, en las cosas que celebramos con cada aniversario. 

Celebrar, según dicen los que saben, tiene varios matices...y yo, puesta a festejar, que es lo que más me gusta y me parece más sano, voy a celebrar hoy...

...haber dormido ocho horas por primera vez en quince días.

...haber terminado un libro que me ha gustado y que habla de cosas que me hacen pensar en otras, y ellas; en otras y así sucesivamente. Y celebro gracias a J. tener identificado el siguiente.

...pero celebro sobretodo, tener la certeza de haber recuperado mi capacidad para desear leer, encontrar el momento y saber disfrutarlo.

...celebro haber empezado a hacer algo, en lo que lo ganado, es infinitamente mayor que el gran esfuerzo que estoy haciendo para poder realizarlo. Estoy cansada de hacer esfuerzos por cosas que aportan solo lo suficiente, lo justo, lo mediocre. 

...celebro que esa decisión de hace meses, esa idea de futuro que madura lentamente, se esté concretando.  Y celebro que resulte, no tan bueno como esperas, sino mucho mejor. Un gran motivo de celebración.Y lo que nos queda!. Gracias M. y M. Sois estupendos en muchas cosas.

...y ya puestos, también voy a celebrar, que estas horas de antes, en buena compañía y mejor reflexión y aprendizaje, me devuelven el eco de muchas cosas buenas que tengo y no siempre veo. A veces, me cuesta asumir que hay cosas complejas que pueden hacerse de forma sencilla. Que un buen resultado, producto de una tarea sencilla, no minimiza la complejidad que lleva tras de sí y, más bien al contrario, te hace más valioso.

...celebro volver a tener la certeza de que lo humano multiplica por mil la potencia de lo profesional y que, sin embargo, lo segundo sin lo primero, tiene muchas carencias. Cuando logras que ambas cosas estén juntas para lograr tus objetivos, entonces eres, definitivamente, muy bueno.

...y claro!...celebro que en medio de tanta exigencia en tiempos, aún hayamos encontrado el tiempo de estudiar juntas, y que a pesar de mis culpas, mi hermosa hija africana, haya obtenido un par de notables esta semana que son producto de nuestro esfuerzo conjunto, de nuestra fe y de nuestra estrategia. Juntas somos más. Pero sobretodo juntas, recuperamos la certeza de todo lo que podemos ser cada una cuando está sin la otra.

...y más aún, y eso también es un gran motivo, celebro a todos esos amigos y compañeros de viaje que a lo largo de estas semanas nos han echado una mano para llegar a todo, para mantener la sonrisa, para recordarnos la pertenencia.

...ah! que no se me olvide (aunque sólo sea por el desgaste que me provoca) celebro que mi cochecito ha pasado la ITV (léase para los no iniciados ) y confirmar que mi taller sigue siendo un lugar confiable, en el que me reciben siempre con una sonrisa, un buen consejo, flexibilidad y disposición. 

...celebro saber, porque me lo hace saber, que hay amores que duran para siempre. Y que eso es independiente de compartir tu vida con alguien. Aunque las dos cosas juntas son un premio y me lo pido! aunque no pueda imaginarlo con claridad.

...y quiero festejar, que no me tengo que abrigar aún, que no he puesto la calefacción, que aún paseo a placer por estas calles, que sigo tomándome cafés en las terrazas (J. siempre un placer!). Soy una mujer de luz y de calor, y ambos se están yendo despacito y así poquito a poco llevo mejor las cosas.

Y no voy a seguir aunque podría. Estoy convencida de que las gafas con las que miras hacen mucho del paisaje que percibes. Estamos bien, tenemos mucho que celebrar...

Con lo otro, el Día de la Hispanidad, el Día de la Virgen del Pilar, el Día del Ejercito, el día de la Fiesta Nacional la verdad es que más que certezas (como en las celebraciones) lo que tengo son dudas, muchas dudas, muchas preguntas, preguntas sin respuestas...y de celebrar nada, más bien urticaria.


Y para compensar pienso en este chico que siempre ha sabido decir muy bien muchas cosas y que además nos ha dejado muchas, pero que muchas horas de baile, que todo hay que decir, extraño mucho.



viernes, 5 de octubre de 2012

EN LAS DISTANCIAS CORTAS...



Nací en una ciudad de casi 6 millones de habitantes y he vivido allí casi la mitad de mi vida. Cuando vives en un lugar tan grande, tan lleno, (y tan hermoso en mi recuerdo), es fácil que los espacios en los que desarrollas tu vida, no te sean del todo cercanos. Además de grande, todo fue siempre “lejos”. Desde niña me pasé una parte significativa del día de aquí para allá. En bus, en coche, pagando, haciendo autostop...,de aquí para allá, como parte de la vida. Con algunas ventajas de las que he sido consciente según me he hecho mayor, pero también con importantes desventajas. 

Me he pasado veintitantos años lejos de las cosas más significativas del día a día…de la escuela, del trabajo, de los amigos, de la familia. La distancia limitaba posibilidades de encuentros, de cosas compartidas, del mejor aprovechamiento. El tiempo de los traslados nos quitaba media vida. Recuerdo haber sentido que, salvo los fines de semana, yo nunca veía el sol en mi casa. Salía de noche, volvía de noche. Es lo que tienen los días tropicales, son cortos.

Por mis ansias de tener un mundo más amplio, he pasado buena parte de la otra media vida en una ciudad que no llega a los 160 mil habitantes. Cuando llegué a ella, esa sensación de moverme a pie, (esa y muchas otras), me hacía flotar de felicidad. Caminaba media hora y me salía de la ciudad!!!. Todo, absolutamente todo, me parecía cerca. Y esas ansias de un mundo amplio nunca adormecidas, se dieron cuenta de la calidad de vida que suponía en el día a día que entre mi casa, la escuela de mi hija y el lugar donde trabajo no hubiera más de 15 minutos a pie. 

Durante el mismo día en el que antes no veía el sol en mi casa, hoy veo tantas cosas: amanece, vamos al trabajo y de camino nos encontramos la escuela; en ese camino y sus pequeñas variantes dos parques infantiles, el carril bici, varias plazas, una gran superficie, farmacia, banco, quiosco de prensa, gasolinera, cafeterías y bares, el bazar de los chinos, que no falte…un poquito, de todo lo necesario. Eso es calidad de vida, no lo que tienes sino lo que puedes saborear.

Me gusta que muchos servicios y muchos contactos sean posibles al alcance de la mano, a la medida de nuestros pasos. Pensaba en ello porque he caído en cuenta del privilegio que me supone cuando pienso en la locura que desee siempre: vivir en la capital!!!. Allí es donde sucede todo. Y es cierto, sucede, pero no siempre puedes disfrutarlo; que vivir en una ciudad grande tiene sus costes.

Las distancias físicas de mis días, son cortas y lo celebro.

Hay, sin embargo, otras distancias que pesan más. Aquellas que te separan del abrazo de tus afectos más sólidos.  

Me descubro a menudo preguntándome cuánto tiempo más pasaré aquí. Como si no tuviera dudas en relación a que éste, es un lugar de tránsito. Y cuando pienso en ello, acontece de un tiempo a esta parte, que el lugar definitivo es un lugar aún más pequeño, muy pequeño, más abarcable aún que este. Un pueblo diminuto lleno de montañas y de mar. El pueblo de los abuelos y así… vuelta a empezar. El que ha tenido cercanía quiere amplitud…

Ciertamente para unir unas necesidades y otras, benditas sean las nuevas tecnologías!