viernes, 31 de mayo de 2013

CICLOS Y CICLONES....

Hace unos meses yo sentía que me ahogaba...

...pero sucede otra vez, el tiempo pasa, todo es un ciclo que se cumple riguroso. Cuando llega el otoño, mi estación preferida del año, yo inicio un ciclo que me llena de tormentas, me clavo como nunca un reloj al pecho y al cerebro, y empiezo a sacar cuentas, a contar minutos, a hacer encaje de bolillos entre trabajo y escuela. En esos  largos meses siento el viento como un ciclón que siempre amenaza, que siempre me lleva (nos lleva), corriendo de un lado a otro, o quizás no corriendo, pero sí a un ritmo más rápido que el deseado. Con lo que a mi me gusta pasear!.


...pero hoy acaba Mayo y yo recupero buena parte de mi vida. No en horas, que al final son las
mismas, sino en rutinas. A partir de hoy, mis tardes son mías. Ya no juego al tetrics sino más bien al mikado y realmente me gusta más, cada vez es distinto y hay más posibilidades y retos. No todo es encajar, no todo es correr para encajar, sino que es una sorpresa y una posibilidad, y tu eres más dueño de tus posibilidades. Es estrategia y riesgo. Y eso me resulta sin duda más apetecible.

Y me acuerdo como si fuera hoy de la tristeza que sentía en aquella tarde que me despedía de muchas cosas. Y pienso en lo vivido desde entonces. Pienso, en que las cosas que perdía aquella tarde, están aquí otra vez, porque son mías, sólo tengo que dejar que el tiempo pase. Y pienso que este es, este año más que nunca, un año de aprendizaje.

Porque este ha sido un año escolar compartido. Madre e hija, cada una a su escuela, a experimentar y aprender. H. ha descubierto con pasión y con dolor el mundo de los deberes. Por suerte, lo ha hecho de la mano de la mejor de las maestras posibles. Este año nos asoma a lo que será un camino difícil, un anticipo de los esfuerzos y de la constancia que necesitaremos para avanzar.

Yo, por mi parte, he vuelto a estudiar, o más bien a aprender, que no es lo mismo. Y, realmente, con buenos maestros, es una delicia. Y M. sigue siendolo pero tiene razón, los años a los dos nos han hecho mejores. Más sabios pero también más humildes. Y se nota. En estos meses, además de ser madre he sido más cosas. He vuelto a pensar en mi de forma sostenida. En mi como mujer, en mi como profesional. Vuelvo a confiar en el valor de aquello que tanto me ha gustado hacer siempre y se estaba desdibujando entre papeles de auditorías. Me gusta la psicología y me gusta sentirme útil. En este tiempo de emociones exacerbadas ha venido muy bien agudizar la mirada y organizar la estrategia para ver todo lo positivo que seguimos teniendo.

Así que dio mucho de sí, a pesar de mi tristeza. Avancé, crecí, maduré, cerré y abrí, recuperé y despedí, reí y lloré. Abracé. Escribí. Ayudé, pedí,...hice tantas cosas y el tiempo pasó y estamos aquí, otra vez... Vivas y con muchas ganas.

 Verano, aunque estás indeciso, bienvenidas sean tus tardes...por echarnos unas risas siempre en buena compañía. Por todos los viajes que llegarán. Por todo el tiempo que nos dedicaremos a jugar, a brillar y, sin duda, a amar.





miércoles, 29 de mayo de 2013

CALENDARIO

...en julio de 1989 terminé mi carrera y con ella abandoné el calendario escolar. Por aquel entonces yo vivía en un país sin estaciones. Lo que hacíamos o no, lo decidíamos las personas, no la climatología. Julio o Diciembre daba igual, siempre era posible escaparse al mar. El Mar es la imagen primaria de lo que son para mi las vacaciones.


...en 1992 decidí ser estudiante otra vez . Serlo desde la posición del que está de vuelta, del que ya es mayor, del que ya decide porque cumplió parte del camino,  te permite ciertas licencias que por ese entonces sólo condicionaba, y cuánto!, el que yo hubiera decidido mudarme a un país con estaciones. Ya Julio y Diciembre no eran iguales. Durante un tiempo y gracias a los medios, las personas y los sueños, me escapaba al Sur huyendo de este invierno del Norte que no era nada sutil. Así, mis otoños en inviernos tuvieron mucho de suaves primaveras .

...desde que tengo hija he vuelto al calendario escolar. Y que poco me gusta ese corsé. Sí, he vuelto a ser estudiante, aunque no voy a clases.Y lo que más extraño es irme de vacaciones cuando quiero, en lugar de hacerlo cuando puedo, restringiendome a algunos meses del año. Meses en los que habitualmente toman vacaciones buena parte de los muchos habitantes de este país. Así que, somos muchos, los mismos meses, en los mismos sitios. Y a mi me atormentan los grandes grupos.




La incierta llegada de este verano, cuando hace días que nuestras horas de luz han crecido, cuando estoy a las puertas de mis tardes libres, aunque aún falten meses para mis vacaciones, me han hecho pensar en ésto nuevamente. Y como con todas esas cosas que me suponen un esfuerzo (trivial, frente a otros grandes retos) pienso que es un esfuerzo temporal porque ella también, tarde o temprano, dejará el calendario escolar.

Y sueño con que podamos irnos de vacaciones a destiempo  a tu tierra y a la mía. Tierras donde son la lluvia y el sol los que marcan las diferencias. Donde son los metros de altitud sobre el nivel del mar, los que determinan el frio que sentimos. Metros que son muchos, en mi caso, si pensamos en este lugar pero que definitivamente son inmensos si pensamos en el tuyo.



Y es que tu y yo tenemos tanto en común. Y lo que nos queda... No sabes cuanto anhelo que ese sueño nos reencuentre con lo que somos, y nos alivie de lo que debemos ser, y a veces pesa. Aunque soy consciente, lo contrario, también.

lunes, 20 de mayo de 2013

LAS COSAS DEL QUERER

Me dice H.

"Mamá, en esa casa son un poco extraños. P. (que tiene 4 años) me pegó sin querer. Su madre lo regañó pero a mi no me consoló. Él lo hizo sin intención. Se me salieron unas lágrimas, pero nadie me consoló, ni me puso hielo (no hacía falta)... sólo le regañaban y le regañaban por lo que me había hecho pero, fue sin querer."


No son extraños pero es cierto que T., la madre de P. está tan preocupada (a veces obsesionada) intentando que sus hijos quieran a mi hija, que a menudo se olvida que las cosas de querer no son a la fuerza. Que son del corazón. Que no pasa nada si tus hijos no quieren a los hijos de tus amigos, tanto como tu a su madre. Pero es que además, en este caso, creo que si la quieren.

Creo que tendré que hablar con T. para que se relaje.




domingo, 19 de mayo de 2013

ANA Y LAS CASAS

Ayer Ana celebró su cumpleaños. Bueno ayer fue el cumpleaños de dos de las Anas que forman parte de mi vida. Ambas tan significativas. 

Una, Ana C. compañera de mil batallas laborales y de mil experiencias vitales, a diario frente a mi mesa. La otra, Ana M., pronto hará catorce años que no la veo. Después de verla poco, pero intenso. Ella representó muchode lo mejor que tuvimos mientras vivimos en el lugar del mundo que nos encontró.


Ruimas Mayas de Copán
Ana M., llegó a mi vida cuando vivir era trabajar. Y llenó el trabajo, de vida. De buena vida y de sonrisas. A través de sus ojos, sus relatos y su compañía conocimos lo mejor su país que sigue siendo algo mío. Un país que llegó en el momento propicio, formando parte de una de esas grandes buenas decisiones que tomé en la vida.

A.M. es arquitecto y cuando la vida nos reunió, eramos parte del mismo equipo de trabajo. Equipo que se formó intentando apoyar, entre otras, a parte de las 285 mil personas que perdieron sus viviendas como consecuencia de uno de los más desoladores huracanes que ha azotado el Mar Caribe. Allí dejé aparcada  mi idea romántica de la cooperación y descubrí su complejidad y sus riesgos. Pero en eso no entraré, porque me duele y estamos de cumpleaños.

Ella me preguntaba hace unos días a propósito de un trabajo en el que está inmersa ¿Por qué crees, desde el punto de vista humano, no económico, que un damnificado insiste en volver a una vivienda a pesar del riesgo?. Con su pregunta, como casi siempre, pasa el interruptor y retrocedo catorce años de mi vida. Pensé en aquellos cerros y los de mi tierra que tantas veces son noticia por los deslizamientos, pensé en nuestra experiencia de trabajo, en los damnificados de los CHAT* que fueron construidos para tres meses y tres años después seguían allí. Pero esa, también es otra historia. 

Yo le contesté, pero he seguido dándole vueltas. 

Creo -le dije- que tiene que ver con que los lugares que habitamos no son sólo espacios físicos sino que son lugares emocionales. Al abandonarlos, es como si abandonaramos parte de nuestra historia y de lo que somos. No dejamos cuatro paredes, dejamos lo que hemos vivido en ellas. Eso, si miramos de puertas adentro. Después hay algo que tiene que ver con los lugares conocidos y con el miedo a lo desconocido. En tu barrio tu te mueves fluidamente en tus rutinas, en tus hábitos: sabes dónde están las tiendas, dónde para el autobús, dónde puedes conseguir algo o alguien que necesitas: qué vecina me cuida los niños, quién me puede regalar huevos, dónde puedo estacionar y cuáles son las rutas más seguras...En un territorio nuevo, la casa es más segura quizás, pero todo lo demás, es más frágil. Al menos, de entrada. Creo que minimizamos el riesgo real en el plano físico que una nueva riada o deslizamiento puede provocar, porque lo que perdemos emocionalmente, es mayor.

No sé si hay algo cierto en ésto que intuyo. Sin embargo su pregunta ha levantado el polvo de mis recuerdos y he estado recordando las casas que han cobijado mis días. Los hogares (que no es lo mismo) que en ellas he formado a base de relaciones, sentimientos, emoción. En la riqueza de lo vivido en los espacios físicos que fueron y cuanto de la persona que soy se forjó en cada uno de ellos.

Anoche, celebrando el cumpleaños de A.C. vimos un vídeo que su compañero le regaló. Un vídeo con deseos de feliz cumpleaños que le han llegado de distintas partes del mundo. Ha sido un momento muy emotivo pero es que A.C. -como yo-, ha vivido mucho y bien (y lo que nos queda!) y ha decidido hacerlo en muchos sitios y eso se celebra pero también se llora. Y lloras sí, de tristeza por los que no están al alcance de tu mano y tanto anhelas abrazar; pero también de alegría porque formar un hogar no es fácil, y ella (yo también) hemos tenido la enorme suerte, la inmensa fortuna, de haberlo podido (y sabido) disfrutar.

Y me despido de ambas de otra forma compartida en la que siempre os tengo presente

* Centros Habitacionales de Alojamiento Temporal


viernes, 10 de mayo de 2013

EL OFICIO DEL PENSAMIENTO...

Hace un par de semanas un amigo me contó algo muy importante, por trascendental y, para mi, por inesperado. Algo muy significativo para su vida y, necesariamente, para la nuestra. Algo que me emociona. Por eso he estado pensando mucho en él y en aquello que me ha contado.

Desde entonces este par de semanas se diferencian fundamentalmente en que durante la primera he compartido mi cotidianidad con H. y con sus vivencias, necesidades, urgencias, alegrías y angustias. En la segunda, H. ha estado fuera de casa haciendo una actividad de Aulas de la Naturaleza con su clase así que yo he vuelto a estar nuevamente cuatro días sola, sola conmigo misma y mis pensamientos.

Sola, por decir algo.

El fin de semana que media entre ambas semanas hemos estado con P., nuestro amigo, y nos hemos disfrutado como siempre que nos encontramos. Muchísimo. Tras el adiós, porque P. vive lejos, bastante lejos, nos hemos quedado bajitos afectivamente, con esa nostalgia elaborada ya en miles de despedidas físicas, que sólo hacen evidente cuan unidos estamos emocionalmente. Y así bajitas, y en soledad, hemos estado pensando.

Anoche soñé con P. y el tema que nos ocupa y pensé: no puedo sacarme lo contado del pensamiento.

Antes de tener hijos yo no podía sacarme de la cabeza (o más bien del corazón) las cosas que me inquietaban. Cuando algo me importaba seguía acompañandome, atormentándome, acariciándome (según fuera el caso), durante horas, días,...  Rumiación*, según lo denominan los que saben.

Entre las miles de virtudes que tiene mi vida con H., hay una que valoro en el Top Ten. Y es que H. me libera de mi misma. Me distrae de mi misma, de mis trampas y mis angustias.

Tras estar con ella, cuando vuelvo a mi, me reencuentro con mis pensamientos pero han perdido fuerza, se han relativizado, se han matizado en el contraste vital que me supone compararlos, acompañarlos, redefinirlos con aquello que H., y mi vida con H, me ha aportado en el camino. Desde que estoy con H. he dejado de rumiar. Ahora, sólo pienso el tiempo necesario para darle utilidad al pensamiento, porque ella siempre llega antes.

Pero H. no está y por eso te pienso compañero. Te pienso, con todos los rostros en los que te miro, incluso en este con el que me sorprendes. Y te pienso a todas horas y como siempre te celebro, por no decirte una vez más, que te echo de menos. Y es que cuando estás, estás tanto

Y lo que nos queda.


* Pensamiento intrusivo, fruto de emociones intensas pasadas, de carácter muy persistente, recurrente (que vuelve, se repite…), y ajeno a la voluntad del individuo, que suele ir acompañado de un cierto malestar y que se mantiene hasta que el individuo logra resolver la situación

lunes, 6 de mayo de 2013

MATRIMONIO...

...En la salud y en la enfermedad: H. llevaba varios días sin esa vitalidad desbordante que la caracterizaba. No me extrañaba, fue una locura el ritmo de vida que asumimos ese trimestre. Normal era que nos pasara factura, no habíamos llegado a tiempo de poner en marcha las correcciones necesarias. El cuerpo, es muy sabio, y protesta nuestros excesos. 

Localizados los motivos, sin que ninguno pareciera especialmente grave, H. había estado algo malita y esa tarde finalmente había vomitado. Era la segunda vez que lo hacía en cuatro años que llevaba conmigo. Había tenido fiebre una decena de veces, como mucho. Su respuesta positiva a los medicamentos, era inmediata. H. no sabía estar enferma. Por aquel entonces ella llevaba unos días preocupada por su estado de salud, sabiendo que había algo que no estaba en su sitio. Ese día, tras vomitar, preguntó: "¿Mamá, me voy a morir?" y yo, me desvivía por explicarle que no, que solo era que había cometido algunos excesos el día anterior, y que la comida de ese día le habría sentado mal, pero que eso, que podía pasarnos a todos, no era la antesala de la muerte... 

Como por suerte yo tampoco me enfermo nunca, ese día comprendí que ella no tenía un repertorio conductual y emotivo que le ayudara a saber que eso era rutina, y que, a situaciones como esas, sobreviviríamos, probablemente, muchas veces más...Como así fue.


...En la pobreza y en la riqueza.
En la misma escena, abrazada a mi y asustada, me decía: "Mamá ¿el médico cuesta dinero o es gratis?". "Es gratis", le contesté. Y añadí: "..y aunque costara dinero, tenemos dinero. La salud es lo más importante, y siempre habrá dinero para eso" (hoy comienzo a dudarlo, como las cosas allá afuera sigan así). 

Pensé entonces que a lo mejor había estado repitiendo mucho  "No podemos, porque no tenemos tanto dinero". "Trabajo mucho porque necesitamos el dinero". "No sé si lo podrán traer los Reyes porque cuesta mucho dinero"....

O, a lo mejor, era que con su pregunta simple de unos días antes "¿Mamá pero... por qué no compra comida la gente de África para poder comer? y mi respuesta, "Por que no tienen dinero cariño" no fue suficiente, y a las pruebas (con la siguiente pregunta) me remito. "...Pues que trabajen!" contestó...Y yo repliqué: "no siempre es fácil tener trabajo..."

Y entonces, te detienes y tratas de hacer simple lo complejo (y no encuentras la forma de hacerlo)...

Pensé entonces y pienso ahora en las certezas interiores y exteriores que les dejamos a nuestros hijos en herencia, en los compromisos que asumimos (y de qué manera) con las personas que amamos. 

No creo en el acto donde nos juramentamos en matrimonio con otro, aunque respeto a quienes deciden asumirlo como ritual. Creo en los compromisos que asumimos y que mantenemos presentes en cada momento de la cotidianidad de todos los días.

Hoy he recordado esta escena. La persona con la que más cerca he estado de ese juramento (en el terreno afectivo) me cuenta de su deseo de ser padre con su pareja

Pienso en sus hijos y en la forma en que llegarán a él y pienso en  mi hija y en la forma en que llegó a mi. En el compromiso que me une a ella. Y sí, hija, me comprometo a velar por ti, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza...todos los días de mi vida. 

Porque la maternidad y/o paternidad es una decisión, para siempre.