viernes, 18 de abril de 2014

SE VAN...

Ha muerto Gabriel García Márquez. Llevo días pensando en su muerte que solo ayer se ha concretado. Que empeño tenemos ultimamente en esta crónica de muertes anunciadas!!!. 

He estado preguntándome cuál es el sentido. Hablar y seguir hablando de que pronto nos dejaran aquellos que amamos o admiramos, es como si al anunciar lo que nos causará dolor, quisiéramos mitigarlo, prepararnos mejor, que no nos pille la muerte por sorpresa...

Como si así lográramos exorcizar nuestros fantasmas.

Estarán de fiesta otra vez en el cielo dicen los que creen en él, yo pienso en múltiples alternativas, incluida esa. Todas buenas, así de sencillo es mi vinculo con la muerte. Un no lo sé que hay. Y un, como siempre en lo desconocido y novedoso, el valor en sí mismo, sin que eso signifique que se le desea.

A mi me inquietan más los supervivientes, esas viudas, esos hijos e hijas, esos hermanos y hermanas  de sangre y de vida que hoy tienen que aprender a vivir con su ausencia, con su nostalgia, con la consciencia de que ya no será más, aquí y de esta manera...

Es colombiano, se parece fisicamente a mi padre, me hechizó con sus palabras. Lo recuerdo como mi primer amor literario, ese que nunca se olvida, ese que nos hizo explorar, descubrir, tranochar y saborear,...Siempre me pregunto ante una muerte cómo hacer del duelo y del luto algo útil. Caeremos en el tópico de releer sus libros como quien revisa emocionado un álbum familiar tras la muerte de un ser querido. Y lo disfrutaremos otra vez, incluso más...

Hoy con su muerte pensé que me estaba haciendo mayor.  He sido consciente de que se está muriendo gente irremplazable (siempre ha sido así) pero estos y estas, que se están muriendo ahora, que se mestán muriendo, han sido mios en vida, desde su plenitud vital y mientras yo iba creciendo. Ellos y ellas han sido en vida, compañeros y compañeras de viaje, personas que se inspiraban y escribían a la par de mis lecturas, que componían a la par de las horas en las que yo les escuchaba, que grababan sus discos a la par de mi escucha, mis bailes, mis aplausos. Gente grande que hacia conciertos en los que yo participé como público, a los que aplaudí, grité, recomendé y alabé. Les he visto hacerse mayores, como a mis padres y me han hecho tan feliz., que estoy en deuda con ellos y les echo de menos sí. Como no puedes echar de menos a alguien que aunque maravilloso te ha sido desconocido en vida.
 
Intentaremos, por respeto, serte fieles, seguir allí y hacer por no echarte de menos, sino más bien por sentirte de más. 

Aquí, con nosotros, haciendo honor a tu sabiduría. Como bien decias, manteniendote vivo porque "...es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites" 

Adiós maestro...




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