domingo, 27 de julio de 2014

COMPROMISOS...

Me ha pasado otra vez hace unas semanas. H. ha estado malita, con una fiebre que no cesó a la primera como estábamos acostumbrados. Como consecuencia de ello, como es habitual reparamos mucho más en la salud y, sobretodo, en las consecuencias de su ausencia. Y desde ese primer momento allí, ante su fragilidad, otra vez estas ideas

Y lo curioso es que vienen juntas, como antes. Pero vamos por partes.

H. ha estado con fiebre dos días, nuestro record en malestar, en duración, pero sobretodo en intensidad. No bajaba con los remedios habituales. He pasado muchas horas a su lado pensándola y pensándome. Sintiendo esas noches en comparación con las primeras noches de enfermedad que viví a su lado. He tomado consciencia del rodaje que tenemos. No es mucho. No es nada, pero es distinto. Ahora ya no hay miedo. Tengo más criterio. Confío más en mi.

Y es que a veces el miedo no cabe. E. es una de las personas más aprensivas que conozco. O quizás debo decir que era. No sabía lo que le esperaba. Pocas semanas antes de ser madre le dijeron que algo no iba bien. Y ella, que no se hacía un reconocimiento médico estando sana, por no enterarse de nada que pudiera ser malo, tuvo que enfrentarse a la realidad de un problema grave en el corazón de su hija. Han pasado diez años. En medio, su hija ha sido una maravillosa superviviente, radiante diría yo. Y junto a ella, su madre; su madre que es mi heroína, porque ella ha tenido que transformarse entera. Y esa fuerza me sobrecoge.

Imaginar el mal es mucho peor que enfrentarse a él y cuando tienes que hacerlo, lo haces, porque el amor no te da otra opción. El amor monopoliza tu vida para bien y para mal,... en la salud y en la enfermedad...

Y también en la riqueza y en la pobreza... y es que H. anda revuelta porque estoy intentando que me dejen los libros del próximo curso y ella no entiende porque no los compramos nuevos y ya no encuentra argumentos para defender su postura. Así nos encuentra la vida hablando de L. "Mamá, ellos nunca se van de vacaciones"...."bueno amor no todo el mundo puede irse de vacaciones, cuesta dinero y a lo mejor hay que utilizar ese dinero para otras cosas"..."Mamá que ellos no son pobres! L. siempre lleva los libros del cole nuevos y además, tiene móvil!!!". Me consta que en algún momento la familia de L. ha tenido dificultades en la cobertura de sus necesidades básicas, pero eso no tiene por qué saberlo mi hija. De esa solvencia, que ella ve y yo se que no existe, saca unas conclusiones que la colocan en una desventaja que ella no entiende, porque nosotros, sí nos vamos de vacaciones. Y es que a pesar de sus intentos, también me niego, por ahora, a comprarle un móvil.

Qué difícil es en esta sociedad trasmitirle ciertos valores a tus hijos, sobretodo si quieres respetar los criterios que tienen otros en sus actuaciones, si has de respetar el contexto en el que estas decisiones se toman con información que no es prudente revelar. Qué difícil es establecer parámetros que ayuden a nuestros hijos a entender la pobreza como resultado de unas circunstancias que a todos nos pueden tocar y, sobretodo, como algo que contribuimos a crear los demás, desde una postura de consumo, a veces negligente. Cómo enseñarle a no mortificarse por eso, a no tenerle miedo, sino respeto, tanto a la pobreza como a la enfermedad. Cómo hacerla consciente -y prudente- en sus deseos? Cómo ayudarla a disfrutar de cuánto tiene, que es mucho, aunque no siempre logre tener todo lo que desea?.

Creo que lo que más me gusta de la crianza, es el aprendizaje que me supone, por los retos que me coloca delante....sin duda alguna, en un compromiso que no entiendo de otra forma, que para siempre.








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